Inspiración para

El diario de Elizabeth

El concepto y la estructura de “El diario de Elizabeth” se conservó intacto desde un primer momento. Tenía una idea muy clara de lo que quería contar con aquel relato y es la que sufrió menos cambios durante el redactado final.

Quería contar una historia que transportara a la segunda guerra mundial  y mostrar aquel periodo desde el punto de vista de una mujer. 

Algo que pensé sería  muy complicado siendo yo, hombre. Y aunque reconozco que fácil no ha sido, el resultado final me llena de orgullo, no quería mostrar con Elizabeth una mujer débil, pero si frágil. 

Es una mujer a la que vemos madurar a lo largo de la historia y como afronta las adversidades de la vida cada vez con más entereza.

Al mismo tiempo quería contar una historia de amor, y Londres, con sus rincones, sus viejos cafes con olor a madera vieja y a tabaco, sus calles a media luz, sus modernos coches y sus soldados de uniformes era el lugar ideal para lograrlo. 

Es una historia de amor clásica, en una época donde la gente debía vivir deprisa pues no sabían si habría un mañana.

Y también quería hablar de las diferencias raciales y de clase.

Me fascina ver como alguien acostumbrado a discriminar a otro ser humano por el color de su piel, no comprenda y tampoco acepte que una familia rica le rechace por ser ella extranjera o no tener un título nobiliario.

Son cuestiones que siempre me han fascinado y que no tan solo en esta primera novela sino también en las siguientes se trata con mayor o menor profundidad.